Luego de muchos años de formación y estudio, y de haber pasado gratamente por muchas escuelas, estudios y academias impartiendo sus clases, Jimena inauguró en el año un espacio propio en Capital Federal, con la ayuda y apoyo de su compañero de vida y gran artista Pablo Belmes, el cual coordina y dirige (Estudio de Danza árabe y Artes Corporales Jimena González) y donde dicta clases regulares de danza árabe, Profesorado, clases de percusión y ritmología árabe y de DAFE®-Danza árabe fusión experimental- (para conocer más sobre ellas, ver apartado “clases”). Además, con el objetivo de brindar a sus alumnos una formación más completa el estudio abrió sus puertas a otras disciplinas corporales y le dio la bienvenida a las profesoras Laura Monge (danza clásica por biomecánica y danza contemporánea), Aldana Argüello y Gery Aguirre (danza árabe para nenas).

MISIÓN

Generar un espacio de formación, investigación y promoción de las artes corporales, siempre con un enfoque artístico y sensible, tomando al arte como una vía de comunicación, concientización y liberación del ser humano, priorizando siempre el cuidado del cuerpo y buscando las máximas posibilidades expresivas de cada persona; tanto para aquellos que desean dedicarse profesionalmente, como para los que desean tomar sus clases de danza como un momento de esparcimiento y felicidad; ofreciendo posibilidades de cursada diferentes para cada uno de estos objetivos.

VISIÓN

Partimos de la premisa básica de que el solo hecho de bailar, o de manifestarse en cualquier rama del arte que se elija, genera bienestar, plenitud, relajación y armoniza física y psíquicamente; para nosotros movimiento es salud, y pensamos que cuerpo, mente y espíritu juegan siempre en una relación dialéctica, y que la salud o patología de uno influye directamente en los otros dos, tenemos una visión holística e integradora del ser humano.
Además, sabiendo que la danza es una de las manifestaciones más antiguas de las sociedades y que surgió como una necesidad para afrontar o acompañar todas las situaciones de la vida (muertes, festejos, cosechas, nacimientos, casamientos, guerras, etc); queremos rescatar sus raíces y ayudar a que la danza pase a ser parte de los días cotidianos de cada persona, estamos convencidos de que la práctica del baile y de la música nos lleva a ser mejores, nos eleva, nos hace crecer y es un elemento paliativo que nos socorre a la hora de atravesar momentos de crisis o dolorosos porque ayuda a canalizar angustias y transformarlas en un hecho artístico, y es para los períodos de dicha, una de las mejores maneras de festejo.
El ambiente de trabajo es académico y familiar a la vez, encontramos rigurosidad técnica pero también mucho afecto y contención, conciencia de grupo y de pertenencia; rescatamos el intercambio como modo de enriquecimiento a la hora de aprender y cada persona es identificada y valorada por sí misma más allá de su rendimiento, y su proceso de aprendizaje seguido cuidadosamente por el maestro; respetando las posibilidades y los tiempos de cada alumno, por eso siempre los grupos de trabajo son reducidos (entre 3 y 10 personas).