Creando un estilo propio

Hace algunos años, además de dedicarse específicamente a la danza árabe, la cual ama y sobre la cual sigue estudiando y formando bailarinas y profesoras; Jimena comenzó paralelamente un proceso de investigación relacionado con el movimiento, la musicalidad la expresividad y “lo escénico” que la ha llevado a crear un estilo propio de danza que fusiona, tomando como base la técnica de danza del vientre, elementos actorales, de danza expresiva libre, danza teatro, danza afro, danza contemporánea y tango y que continúa abierto a nuevas corrientes y nuevas técnicas, ya que el objetivo es valerse de la mayor cantidad de recursos expresivos y técnicos para poder contar diferentes historias y entrar en múltiples estados a la hora de ingresar en un espacio escénico y bailar. Cabe destacar entonces, que el fin es a la vez expresivo y escénico, no se trata solamente de una búsqueda de laboratorio, sino que además la idea es crear para mostrar y generar modificaciones emocionales en los espectadores; conmover.
Básicamente esta danza tiene sus raíces en la improvisación y utiliza fuertemente los sentidos, aunque en algunas ocasiones se recurre a secuencias o simplemente a pautas espaciales, temporales o de calidad y porcentaje de movimiento para así darle un orden y una lógica. Parte de la base de que la danza, en tanto arte, es crítica, apunta a la movilización, a la reflexión, al conflicto, a las contradicciones de la vida, es un espejo de la vida a veces, y otras veces crea mundos paralelos, pero siempre se parte de la realidad; para romperla y recrearla, o para reproducirla. Casi siempre el disparador es una idea, o un argumento, algo que contar o un estado al que se pretende arribar, y otras veces la musa inspiradora es la música, o un poema, en ese caso se intenta encontrar a qué lugares me lleva esa melodía o esa rítmica, qué me sugiere, qué me insita a mover, qué emoción evoca, etc.
Filosóficamente, este estilo parte de la idea de que la expresividad-profundidad y emocionalidad del bailarín deben estar unidas y en dialéctica constante con la parte coreográfica, compositiva y escénica de la danza (incluyendo escenografía y vestuario); que la primera sin la segunda da como resultado una danza sentida y comprometida pero tal vez resulta muchas veces poco interesante o caótica para el espectador, y que la segunda sin la primera muchas veces da como resultado espectáculos visualmente impactantes y aparentemente “brillantes” desde las “piruetas”, el vestuario, la técnica o el manejo del espacio; pero vacíos de contenido, huecos, sin sentido y sin ninguna idea o sensación que los sustente; en ese caso, no modifican en nada al espectador, y corren el riesgo de salir del ámbito del arte y convertirse en mero entretenimiento.
En resumen, el primer caso es contenido sin forma, el segundo forma sin contenido; y el desafío entonces que plantea este método de abordaje de la danza es llegar a amalgamar las dos cosas logrando danzas comprometidas emocionalmente y atractivas, originales, ordenadas y creativas escénica y visualmente.